2008/06/22

Desde los ojos de Einah...

Observaba el exterior por la rendija de la puerta principal, veía las sombras de la pareja a la luz del crepúsculo, mientras sostenía fuertemente la mano de su muñeca. Era el segundo esta semana, tendría seis años pero ya estaba cansada de todos estos seres que siempre andaban con su Amanda, que no comprendían que era solo suya, ella era quien dormía con ella toda la noche luego de que ellos se fueran y era a quien abrazaba tiernamente mientras sollozaba con nostalgia por su poca fortaleza. Pero por lo menos la reconforta la seguridad de que como los pasados este solo durara unos 10 días como máximo. Ha comenzado a entender que Amanda es débil con referente a esa adicción que siempre le dice que tiene, eso que hace que parece como si estuviesen asesinándola por sus gritos proyectados hacia el cielo. Lo que no la permite alejarse de aquellos, los seres esos que tienen algo que ella no. Pero la reconforta saber que será como Amanda cuando crezca por que la verdad el cuerpo de esos no le gusta y no quiere tener aquellos que le resulta repugnante. Corre hacia la habitación, ya Amanda entrara, lo extraño es que aparentemente no entrara con eso.

En su lecho, escucha como abren y cierran la puerta frontal de la casa, esto seguido de unos pasos imprecisos que se acercan y llegan a la entrada a su recamara. Abren su puerta, escucha como caen los zapatos de tacón al suelo, mira la sombra de una mujer de unos 22 años con el pelo suelto, alborotado. No puede fijarse en la ropa por la luz y porque sigue fingiendo dormir, pero, esta segura de que esta muy arrugada y aunque no sucia esta impregnada del hedor inequívoco de una especie de unión entre cigarrillos, sexo, alcohol y un perfume barato que definitivamente no es el de su amada pero que esta uso en un intento fallido de disimular los demás olores.

No puede decirle a alguien así que es amado, le daría vergüenza y sentiría estar equivoca con esa elección, por eso por mas que la otra busque llamar su atención haciendo cosas que por ningún otro motivo haría no cree que le dirá te amo hasta dentro de mucho tiempo, cuando comprenda que para ella amarla no necesita hacer tanto daño y que aunque lo haga la seguirá amando igual. Pero aquella no comprenderá que aun siendo una niña es lo mas importante en su vida, por esto la protege así, por eso aunque la deje ver por la puerta de frente, nunca traerá a esos extraños a pasar tiempo con ella dentro. Nadie puede ver a la niña, nadie puede tocarla, nadie le hará daño, no de nuevo.

Einah mira por las ventanas como se ve la otra en el espejo, como siguen hay esas cicatrices de las cuales ella solo posee una, la primera, efectuada en un momento de sufrimiento y desesperación como ultimo recurso, tenia 8 años solo 8 justo lo que tiene aquí dentro de esta habitación. Mira el cuerpo de una mujer muy bien cuidado si no fijas la mirada en las líneas hacia todas las direcciones posibles en piernas, torso y brazos. Perfecto salvo por esto, pero ya las dos lo ven como un libro de recuerdos, un libro de lo que nunca debió ser. La otra cierra puertas y ventanas de la habitación, ya no quiere seguir evocando todos eso recuerdos, no quiera volver ha abrir las heridas, posiblemente hasta se deshaga de la habitación con la niña, esta cansada de reconocer lo vergonzoso que es mostrarle esto a ella, quien solo quería ser una de esas buenas personas que prestaban servicios para cuidar, curar y salvar a los demás, ahora solo es entretenimiento nocturno de hombres.