2010/05/17


Lo mejor del día de ayer fue cuando encontré esa peca mientras jugueteaba con tu cuerpo. Yo no tengo pecas, por eso me cautivo, quede prendado al observarla. Quise besarte el cuello donde la tenías, lo hice. Sentí la tensión de tu cuerpo, como tiritabas no creo que de frio, sentí el deseo puro y desesperado de tu cuerpo bajo el mío. Acaricie tu rostro, pasando de tu frente por las líneas de tus ojos, de tu nariz, de tu boca hasta tus labios con la mano derecha. Con la mano izquierda separe tus piernas, las alce, hasta quedar entre tus muslos de marfil. Cada centímetro de tu cuerpo me supo a helado de limón, igual que aquel que compraba mi abuela para calmarme cuando estaba triste, desde entonces ese es el sabor que le doy a la felicidad. Me encanta tu silencio, odio el mío, pero el nuestro me parece algo sumamente importante. Hace frio, pero aquí, en tus brazos solo sudo frio y me quemo internamente. Abro los ojos extasiado, te veo observándome, sonríes, sacas la lengua y juegas con esta y mis labios. Te tomo y te siento sobre mí, ahora yo juego con mi lengua y tu cuerpo, te sigo probando, te muerdo en tus hombros, en tu cintura, y tus nalgas. Te beso el abdomen, los muslos y el pecho. Te lamo.

Antes de la explosión por cosquillas me doy cuenta que tus sonidos son todo lo que quiero oír por el resto de mi vida. Dos criaturas que solo quieren explorarse a sí mismas somos. Me encanta cuando te sonrojas. Oler tu pelo sobre mí. Seguimos jugando. Has sido el mejor momento de mi vida. Aunque corto, siempre lo será. Para aclararlo, fuiste el momento más hermoso, me hiciste real además de endemoniadamente feliz.