2011/06/09

Brusco


Tenia ya tres años cuando nació Claudia, mi padre fue a visitar a su hermana y me llevo consigo, recuerdo el olor a tierra mojada del jardín recién regado, lo recuerdo tan bien porque me encantaba acostarme sobre el pasto y así no entrar a la casa y tener que jugar con el primo Vicente. Recuerdo, el gran árbol de avellana con el que me cubría del sol, sus hojas cayéndome sobre el cuerpo, el sonido del viento entre sus ramas, no me gustaba la familia de la tía, ella inclusive, pero si me encantaba venir a su jardín, era mi lugar favorito en el mundo, y mas luego de ese día. Entre, muy en contra de mis deseos, pero sabia, no, mas bien presentía que ese día por sobre todas las cosas el lugar donde debía estar era dentro de esa casa. Entre, solo porque así me guiaban mis instintos, gritando desde muy dentro de esa esfera, de ese remolino de contradicciones y compulsivas obsesiones que era en ese tiempo mi linea de pensamiento. Entre, con la obligación de felicitar a la tía por su nuevo bebe, así que subí a su habitación, por algún motivo Vicente aparentemente no quería salir de su aposento así que no habría molestias mas allá de palabras fuera de perspectiva. Al entrar, la tía, sentada en una mecedora con un bulto entre sus brazos, me pidió que me acercara, lo hice, mas los latidos de mi corazón estallaban en mis oídos, incluso veía como las venas de mis manos danzaban como paganas alrededor de su dios en la hoguera. Justo ahí fue cuando me vio, con sus grandes ojos negros, curiosos, cuestionantes, acerque mi mano y ella me agarro el dedo, tan fuerte como algo tan delicado puede asirse de alguien, y luego sonrió, entrecerrando los ojos, y solo pensaba en que mejillas tan linda tenia y que esperaba que esos fueran los únicos ojos que querría que me vieran siempre.

Hoy tengo ya dieciocho años y por tradición familiar Claudia en mi prometida, al pasar de este tiempo me he convertido en su fiel servidor, confidente y consejero, su figura masculina mas preciada y al igual que ella para mi, soy a quien mas ama en esta galaxia y lugares afines. Camino junto a ella dando vueltas en el parque de a tres cuadras de su casa, en medio de una brisa fría y el sol quemando nuestras mejillas. Al llegar a la casa nos tiramos bajo el árbol, ella se acomoda en mi pecho, pasando sus delicados y dulces por entre mis cabellos, la abrazo, y nos quedamos un tiempo así, como petrificados aspirando todo el drama de la naturaleza perdida, quedando extasiados con la presencia del otro. Vicente, a quien siempre he desagradado, se ha vuelto tosco y desgraciado, petulante, siente que de alguna manera Claudia le ha robado su papel y ha renunciado a la familia, sigue observándonos desde lejos, esperando a que se distraigan nuestros sentidos para correr en búsqueda de nuestra decadencia, en este momento ejecuta una persecución enfermiza de nosotros, lo veo esquina abajo atento. La ayudo a ponerse de pie y vamos tomados de las manos como siempre, me encanta su aroma, me inclino a besarle al subir la escalinata en la entrada de la casa, me fascina como aun luego de tantos besos se sonroja aun con mi tacto, sonrío. Hemos prometido estar juntos por siempre, y tiempo es algo que me sobra...

2011/06/08

Figurativo


Me levante esa mañana con ganas de cambiar algo, tenia dinero ahorrado así que inmediatamente abrí los ojos me deshice de la sabana lavanda que me cubría medio cuerpo, me puse los jeans gastados que tenia antes de ayer y, tomando un dinero que tenia ahorrado ademas de las llaves del departamento, salí a comprar un tinte.

En la tienda no sabia que color comprar, nunca me agradaron las rubias hasta el viernes pasado cuando conocí una en una disco que me cayo bien, elijo algo así como bronce. Salgo de la tienda dándome cuenta al caminar frente a los cristales que estoy despeinada y como chueca, posiblemente con un olor parecido al de las musarañas.

Voy caminando distraída, viendo a un mujer con tres niños pelirrojos tan lindos que cualquiera se los come, me detengo frente a un salón, entro y le digo a una chica notablemente menor que yo que necesitaba un corte, el tinte que llevaba conmigo y una depilación de cuerpo entero. Confieso que en mi vida me había cortado mas que las puntas de mi cabello excesivamente ondulado, tampoco estuve teñida antes y ni sabia porque sugerí lo de la depilación.

Salí adolorida pero años luz de diferencia, recorrí tres tiendas, una de lencería, una zapatera y en la ultima me compre un vestido de un tono azul muy parecido al azul de Prusia. Llegue a casa, pedí una pizza hawaiana y fui a bañarme mientras escuchaba Cosmic love una y otra vez, esperando, hasta que mis dedos de los pies quedaron arrugados y sonaba el timbre avisando que ya llegaba mi comida. Comí rápidamente aun en bata de baño, me cepille los dientes, me mire al espejo, el pelo me había quedado algo rojo. Sono el teléfono móvil anunciando que en media hora llegarían las chicas y saldríamos a bailar.

Me puse mi lencería nueva, bermellón. Mis tacones altos, que ame desde que puse mis ojos en ellos, ya estaban en mis pies. El vestidito bombacho recién planchado entraba por mi cabeza. Era tiempo de maquillarme y listo, lo bueno de este corte es que no hay que agotar mucho tiempo peinando. Suena la bocina de auto de Sandra, hoy es viernes, la rubia va todos los viernes al mismo lugar.